Es de muy buen gusto que el Resucitado evalúe a sus discípulos con palabras amables. Incluso cuando actúan picados por cierto celo o envidia. No se centra en el defecto que origina la intervención del alumno, asunto relativo, si no en una cualidad positiva del discípulo en sí. Esta actitud es poco convencional y me gusta. Es, digamos, menos humana y más divina. Esta apreciación inicial es la que más me gusta del texto. La que más llama mi atención en base a la cíclica redundancia de ideas. Valorar a los amigos y compañeros debería ser más habitual, y no escribo sobre el concepto :”peloteo”; si no sobre el concepto: “ valoración y respeto”.
Para entender los bichos que somos, “homos mojoneros” , solo hay que darse una vuelta por las redes sociales para captar con gran esplendor como gestionan los usuarios las diferencias de opinión. Las diferencias ideológicas se apoyan en expresiones mal sonantes, negativamente emocionales, y muy tóxicas. Es, sinceramente, repugnante. Frecuente y repugnante.
Estoy pensando abandonar la única red social en que participo, que no voy a mencionar para no darle publicidad, pues ya se la da ella a sí misma. Vanidad entre vanidades, y vanidosos.
Con esto no es que esté pidiendo moderación externa , que siempre roza la idea de censura, si no moderación interna, moderación de los autores de tantos despropósitos. Seguramente, solo estoy escribiendo sobre una nueva fantasía absurda e inalcanzable.
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