Tal como sucede con el
asunto de las mascarillas y su uso, ocurre con la ejecución de
cualquier norma social: siempre hay polémica. Inevitablemente.
Una de las polémicas más desatadas, en mi mente de patata
caliente-evidentemente-, es la falta de respeto a las normas de
circulación de vehículos.
Una primera incidencia
frecuente es la falta de respeto a las velocidades límite en las
travesías o en otras zonas de restricción indicada mediante una
señal de obligación y prohibición. Como no haya un radar
declarado, la mayoría de los conductores se pasan la normativa por
sus partes nobles u otros lugares. Me ha sucedido que hasta camiones
me han dado ráfagas, han pegado su cabeza a mi culo, o me han
adelantado. ¡Alucinante! ¡Creo que en una ocasión me pasó un
monopatín eléctrico! Tengo que reconocer que he tenido miedo a
padecer un alcance, y sufrir un accidente cuando hay limites
temporales de velocidad inferiores a la velocidad máxima de la vía
por la que circulo. Resumiendo, he tenido miedo a recibir un
accidente de tráfico por respetar las normas de circulación,
durante una limitación de velocidad en una travesía, atravesando
una zona en obras con sus señales amarillas, circulando por dentro
de un pueblo, incorporándome a una autopista que surge tras una
bifurcación multicarril desde la pista que llevo de origen...
¡Penoso! En el último caso suelen indicar que no se circule a más
de 100 Km/h mientras cada uno elige el carril nuevo que le lleva a la
nueva pista, solo los camioneros respetan dicha restricción porque
suele coincidir con su máxima velocidad de circulación, supongo.
Otra incidencia frecuente
, que acontece en el cincuenta por ciento de los casos, es la
inexistencia de la distancia de seguridad cuando recibes un
adelantamiento. ¡Es de locos! Una de cada dos veces el coche que me
adelanta pega su culo a mi morro como si fuese un pájaro sobre una
rama. ¡Da pavor! No sé donde les han dado el carnet de conducir a
estos conductores. Seguramente, en la tómbola de su pueblo o de su
ciudad. No lo comprendo. Flipo. A ciento veinte kilómetros por hora,
o más, muchos conductores realizan una maniobra arriesgada con una
falta de respeto tremendo que, evidentemente, no entienden como tal
pues se quedan tan tranquilos. En alguna ocasión he tenido que
frenar un poco para no probar chapa y todas sus desagradables
consecuencias, pues algunos entre algunos frenan al adelantarme,
obligando mi frenada. ¡Ufff!
No hay comentarios:
Publicar un comentario