Y el segundo, que es corolario del primero, posee un significado de
peso semejante: “Por eso, los que son expertos en el arte
militar conducen al enemigo al campo de batalla y no se dejan atraer
por él” .
Estas dos proposiciones , la última de la entrada anterior y esta susodicha, constituyen estrategias normalizadas muy
aplicadas por las multinacionales cuando entran en un mercado nuevo, o
en un mercado a conquistar. Me remito a los ejemplos recientes que
subí a este entorno y que afectaron a pequeñas empresas manchegas
cuando llegó el mercado único , europeo, a esta España nuestra.
Aunque copiar algunos párrafos del libreto protagonista de esta saga
es un incordio, porque se cierra constantemente como impidiendo mis
transcripciones puntuales de él, no puedo dejar de copiar esta
nueva proposición con toda su crueldad ética e, incluso, moral: “El
que acomete con fuerza irresistible se abalanza sobre los puntos
débiles del enemigo ; el que no puede ser perseguido cuando se bate
en retirada se desplaza con tal velocidad que no puede ser alcanzado”
Es curioso lo de los puntos débiles. En múltiples ocasiones
deportivas y empresariales , que son más chungas, abalanzarse sobre
los puntos débiles de la competencia es loable e, incluso, lógico y
normal. Más allá de la utilidad de esta idea en la guerra, o en los
mercados , o en las competiciones deportivas, me sigue molestando su
practicad y ejercicio actual. Su estado de vigencia social. Que se
use en el deporte tiene un pase, pues solo está en juego la victoria
y el éxito simbólico sin derramamiento de sangre y con movimiento
de dinero...Pero que se use en los mercados , para incrementar la
concentración de poder económico, o se use en las guerras, con el
derramamiento de sangre consecuente, me parece horrible e, incluso,
nauseabundo. Sinceramente es cuestión de nausea, egoísmo, e
insensatez.
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