Bueno , considero que ya
voy terminando esta secuencia de artículos bien intencionados y , a
que negarlo, liberadores para mí. En el caso presente me pesa todo
el daño que mi “cuidado” ha generado en el pasado a su familia,
esposa, hijos y familiares, sin ser consciente de ello. Él se
considera una buena persona. Una persona que ha sido muy trabajadora
y responsable. Tiene una percepción impecable de sí mismo. Es,
sinceramente, alucinante. Debería haberse divorciado de su esposa
hace décadas, o haberlo hecho mi “cuidada” pero, evidentemente,
no fue así y, si no se cambiasen elementos personales, volvería a
ser a así pues ha sido una relación basada en el miedo, incluso en
el terror, además de todos sus amigos próximos: envidia, codicia,
celo, rencor, rabia, odio, amargura, ignorancia consentida o asumida,
y dolor en general. Es muy triste que las relaciones de pareja
terminen como esta con la que convivo. Es tremendamente triste.
Reconozco que sería incapaz de soportar tanto odio, rabia, y dolor.
Reconozco que el dinero ya no es suficiente , ante la falta de apoyo
presente de los descendientes, y que iré de nuevo al paro , ese paro
donde la miseria será mía o, con algo de suerte, la precariedad.
Evidentemente, sin dudarlo, seguiré con mis proyectos constructivos,
como el Careagua o mis libros, y en ciertos aspectos seguiré
pareciéndome a mi “cuidado”. No enfocaré mi indignación hacia
chivos expiatorios concretos y cambiantes en el tiempo, dado que los
chivos se van en el proceso, si no al mundo en que vivo, hacia el
sistema en que vivo, en que vivimos. Analizaré sus despropósitos y
absurdos basados en anti-valores, antes que en valores. Los valores
del mundo social de hoy son ciencia ficción distópica. Son pura
distopía. El éxito económico o social están sobre-valorados. Son,
desgraciadamente, y sin que yo esté a salvo de ellos, como la
zanahoria del burro que da vueltas a la noria. Son metáforas
malolientes.
Si hay cosas buenas en el
mundo actual es porque sobreviven , aún, personas de buena voluntad
que , sin esperar nada a cambio -quizás porque ya tienen lo que
necesitan y la codicia les ha abandonado-, buscan realmente el bien
ajeno antes que el propio. El voluntariado noble, o la profesión
noble, son indicios de una realidad positiva que permite que este
mundo sea más habitable. Una realidad positiva y constructiva que
fluye dentro de la distopía reinante, o imperante. Aunque me queje
mucho, no puedo negar que existen movimientos utópicos llenos de
buena voluntad. Y personas utópicas llenas de empuje y tesón. Los
aplaudo sinceramente desde este entorno gris. Y doy gracias por su
existencia.
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