Hay una residente que,
según me han dicho, es la más anciana del lugar. Sus 99 años
avalan esa circunstancia. Según cuenta ella misma nació y vivió en
Huelva hasta que conoció a su marido El Sevillano. Dado que nació
en Huelva la llamo Choquera con todo mi cariño, y a ella le gusta,
le encanta. Cuando se casó se fue a vivir al centro de Sevilla donde
pasó muchos años, donde tuvo a su familia. Ahora está en la Mancha
porque su hijo vive en Madrid y Madrid está aquí al lado. La mejor
evidencia de esa proximidad relativa es que muchos pueblos manchegos
están mejor comunicados con Madrid que con sus capitales de
provincia. Doy fe.
A Choquera le encanta que
su hijo la llame por teléfono y que venga a visitarla cada quince
días. Le encanta contar la misma historia cada vez que alguien la saluda y
muestra cariño por ella , después de un: ¿Quién eres? , diario, perpetuo.
Su alzeimer, parecido al
de Corazón, le hace vivir en el día de la marmota. Hace poco
tiempo, después de saludarla y hablar un poco con ella, me dio un
beso y se lo devolví, otra abuela que había próxima también mi
pidió otro beso ; se lo di y ella también me lo devolvió. Todo
fue muy tierno. En esta residencia, pues no sé en otras, el cariño
surge cuando das cariño, pero todos los eventos no son agradables,
ni mucho menos. Siguiendo el principio del cariño, Choquera es
cariñosa cuando le das cariño, pero como el universo no es perfecto
este hace que Choquera pueda rallarse por algún asunto , sobre todo,
relacionado con su ropa. También hace la payaso cuando la ocasión
lo sugiere. En ese momento “payaso” las sonrisas bañan el lugar
e , incluso, surgen algunas carcajadas sanas como si fuesen cascadas de
sonrisas.
Hay dos escenas que he
vivido con ella y que merecen la pena ser relatadas con mayor o menor
perfección. Eso no importa. Voy al grano. Va por tí, Choquera
guapa.
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