Por circunstancias de
supervivencia económica y, paralelamente, por circunstancias vitales
estoy yendo con frecuencia a una residencia de ancianos. Curioso
sitio. Curioso y triste, siquiera para mí.
Dada la coyuntura, mi
coyuntura, necesito expresar mis sensaciones acumulativas, diarias,
frecuentes. Mis sensaciones emocionales dentro de un lugar de
recogimiento y de exclusión familiar según los
casos, según cada caso. Comienzo sin ánimo de molestar.
Puedo decir , sin lugar a
dudas, que se trata de un lugar de la Mancha cuyo nombre no puedo
mencionar , cuyos protagonistas debo respetar mediante el anonimato.
Así pues, usaré nombres falsos para estas personas , o sujetos con
alma. Escribiré sobre estos sujetos verdaderos con nombre cambiado,
dada mi necesidad Carenada de escribir sobre el asunto. Gracias.
Latino es un hombre
inmóvil, relativamente joven. Una persona con claras limitaciones de
movilidad. Solo puede moverse con la silla de ruedas. Pese a su
relativa juventud no puede andar pues tiene atrofiadas las piernas.
Así que siempre va de un sitio a otro impulsado por sus brazos, o
llevado por otros. En cuanto entablas conversación con él te cuenta
su vida, a parte de pedirte alguna moneda para sus gastos, aunque si
no se la das no pasa nada, no se enfada. Reconoce su vicio por las
monedas, o por los cuartos. Se entretiene pidiéndolos y contándolos.
Su padre era un mujeriego
que no quería saber nada de su madre, ni de su hermana, ni de él. Tuvo que salir de
su país con su hermana y su madre para poder ser atendido
hospitalariamente. Como los hospitales de su país dejaron de
funcionar, y necesitaba una atención que ya no podían darle, ni ofrecerle, todos emigraron desde el caos. Dejaron su tierra atrás.
Y ,tal como nube negra
existencial, tras pasar un tiempo en España le detectaron un cáncer
a su querida madre, un cáncer que se la llevó sin piedad. Una vez
fallecida su mamá, su hermana no quiso hacerse responsable de él.
Según Latino, su hermana estaba loca y sigue loca. Lo aparcó en la
residencia como a una colilla y no quiere saber nada de él.
Pese a su dura historia
sonríe con facilidad y atiende las guasas sanas de algunos
visitantes. Puedes verlo jugar con su botella de agua a contraluz,
cerca de la entrada, cerca de los cristales . Puedes verlo jugar mientras se entretiene observado quien entra y sale. Viendo la vida transcurrir en su hogar
compartido. Contando su vida a aquellos nuevos que pueden y quieren
interaccionar con él. Evidentemente, las monedas le alejan un poco
de los otros, aunque no del todo. Su vida es contraluz.
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