En resumidas cuentas: le
sugiero al agricultor vitícola que mire hacia arriba si quiere
mejorar su balance económico, que observe a los mafiosos que les
pagan y que constituyen un nuevo ejemplo de monopolio o equivalente.
No existe libre mercado pues estos señores se ponen de acuerdo en el
precio al que tienen que pagar el kilogrado. Reducir más los gastos
, como por ejemplo en mano de obra, no es otra cosa que mirar hacia
abajo, ejercer el poder del pago de forma mal educada. Es explotar a
otros con perdida de derechos. Es bastante injusto saltarse los
convenios colectivos con justificaciones económicas cuando el
jornalero es un trabajador ya sufrido de por sí. Que ,teóricamente,
no es un esclavo moderno, aunque pueda parecerlo.
Por cierto, cuando
escribo mafiosos no me refiero a los que gestionan los grupos o
cooperativas que, evidentemente, tienen gastos de gestión y
mantenimiento, si no a los que están por encima de ellos.
Esos son los peligrosos. Y esos son los que critico en el párrafo
anterior a este en cuestión.
También, buscando la
eficiencia máxima, a nivel económico, muchas familias se embarcan
en vendimiar ellos el campo y trabajarlo durante todo el año. Asunto
que si no es bien llevado, como suele ocurrir en la mayoría de los
casos o casi siempre, se convierte en una bomba de relojería
familiar. ¿Qué quiero decir con esto? Pues que da lugar a varias
tesituras controvertidas, y presumible-mente dolorosas, a nivel
emocional:
-El reparto injusto de
los cuartos conseguidos, o ningún reparto. Y el progenitor de marras
se gasta los cuartos después en lo que le da la gana, o en vicios.
Esa actitud a medio y largo plazo es una bomba atómica familiar. Es
una actitud que ha destruido, destruye, y destruirá , muchas
familias en el tiempo de este sector primario llamado agrícola.
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