Con esta secuencia de
entradas solo pretendo reflexionar en torno a lo que observo aunque
pueda estar equivocado, o no, en mis conjeturas. Disculpad si ofendo
a alguien. Ese no es mi propósito. Continúo con nuevos aspectos
captados e inferidos.
Está claro que los
emparradores y poceros están ganando cuartos en estos momentos y se
está moviendo el dinero, pero cuando hablas con algún pocero te
encuentras a un tipo estresado al máximo , endeudado, que no
descansa ni los domingos, y que siempre tiene problemas con alguna
parte de su maquinaría.
Parece que a nadie le
asusta que el agua esté cada vez más profunda, o que se hagan pozos
de trescientos metros de profundidad. ¿Qué está pasando? Hace
cuarenta años el agua estaba a diez o quince metros de profundidad y
ahora no. Espero y deseo que las confederaciones hidrográficas
implicadas estén siendo responsables antes que manipuladas. Rezo por
ello, o lloro. No sé que hacer antes.
Ante todo esto, y con un
poquito más que necesito contar a continuación, es normal que
piense que aquí, en La Mancha, solo haya “Sanchos Panzas” . Es
normal que los Quijotes se hayan ido, si alguna vez existieron, o los
dejaron existir.
También noto que hay más
dinero que en muchos barrios de Sevilla donde , desgraciadamente,
solo hay precariedad y pobreza. Las tierras dan , siquiera, para
comer y pagar las facturas. Evidentemente, no conozco la tesitura de
pueblos agrícolas próximos a Sevilla, pues jamás he tenido la
oportunidad de charlar con agricultores andaluces para conocer sus
cuellos de botella, sus ingresos, sus necesidades, o sus miedos.
Aquí, en los bares, la gente es clarita e, incluso, transparente.
Esa actitud me gusta bastante. La franqueza pública, a mi entender,
está más desarrollada o, sencillamente, la gente es más
transparente, más ruda, más natural, a sabiendas de que , nos guste
o no, todos somos bichos o, si preferís, todos somos animales desde
nuestro nacimiento. Es cuestión de naturaleza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario