Hace más de diez años
que realicé la primera entrada en este blog o bitácora. ¡Cómo
pasa el tiempo! Es impresionante. En aquel momento su dominio era
diferente al actual, pero ya existían las opiniones tóxicas de
Constantino Carenado, un servidor con seudónimo.
En estos momentos mi seudónimo sigue
siendo una gran muleta para mí, una gran ayuda. Me permite decir
ciertas cosas que no podría decir sin él. Todo esto es,
básicamente, porque soy un cobarde. Nadie puede esperar mucho de un
cobarde que tiene mucho miedo , y muchos miedos. Reconozco que soy un
cagón desde hace mucho tiempo. Guste, o no guste, es lo que hay.
Además de esta vomitiva condición, que me ayuda a no creerme nada
sobre mi mismo y me permite huir perpetuarme, existe cierta
limitación argumental que, pese al escudo de Constantino, me impide
tratar ciertos temas tóxicos y desagradables. Es decir, aún
teniendo mi seudónimo soy incapaz de tratar ciertos asuntos
polémicos porque vivo en el miedo desde que tengo uso de razón:
- Miedo a estar solo.
- Miedo a morir pronto.
- Miedo a las guerras del pasado y del presente.
- Miedo a que me regañen.
- Miedo a la pobreza económica, cultural, e intelectual.
- Miedo a los violentos.
- Miedo a expresar mi opinión.
- Miedo a que me maten.
- Miedo a que me engañen.
- Miedo, en general.
Ha sido el miedo el que
ha tomado muchas decisiones por mí durante toda mi vida, y ha sido
este entorno el que me ha permitido evadirme un poco de él. Mucha de
mi indignación se ha basado, y basa, en miedo a los otros, miedo a
la guerra, miedo a la violencia, miedo al hambre, miedo a no ser
querido ni amado, miedo a todos los hipócritas y estafadores, miedo al NO. Terror a ser pobre, a que me griten
sin justificación, o con justificación absurda. Miedo a la
ignorancia de lo demás y su soberbia especular y consecuente.
Etcétera. Tampoco quiero hacerme el pesado. Soy un hombre con miedo,
evidentemente, y no me llamo Juan, por aquello de Juan sin Miedo.
Miedo a pagar la convidá
ResponderEliminar