El
día que vino a nosotros
“He
aquí que te hemos enviado, por lo tanto, esta vestidura que nadie
conocía desde el Primer Mandamiento para abajo porque la gloria de
la luz estaba oculta en ella y las esferas y todas las regiones del
Primer Mandamiento para abajo no lo han conocido. Apresúrate, por lo
tanto, ponte esta vestidura y ven a nosotros. Para acercarnos a ti y
vestirte por mandato del Primer Misterio con tus dos vestiduras , que
existieron para ti desde el principio con el Primer Misterio hasta
que el tiempo señalado por el Inefable fuese consumado. Ven pronto a
nosotros para que te vistamos con ellas, hasta que hayas logrado el
Misterio total de la perfección del Primer Misterio que es señalado
por el Inefable. Ven pronto
a nosotros para que te las pongamos de acuerdo con los mandatos del
Primer Misterio. Falta aún un momento, un pequeño momento y vendrás
a nosotros y dejarás al mundo. Ven, por tanto, pronto, para que
recibas tu gloria
completa que es la Gloria del Primer Misterio”.
Tras presentar este precioso documento, las tres vestiduras del
Resucitado, esas que habiéndole sido concedidas les dan sus poderes,
observo una insistencia en que ellas estaban esperando al Cristo, al
maestro entre maestros, para darle sus poderes y ayudarle en su
propósito, tarea, o misión. Un propósito muy relacionado con la
perfección del Primer Misterio, con la perfección del Primer Universo del multiverso.
Dado que existen el multiverso exterior y el universo interior, es
menester entender que la exploración y enseñanzas del Resucitado ,
ayudado por las vestiduras, van a llevar a los iniciados hacia
enseñanzas exteriores e, inevitablemente, interiores.
Respecto
al
Primer Mandamiento, el
primer mandamiento
es Amar .
Es Amar
a Dios y , dado que todos somos parte de él, nos guste o no, todos
tenemos la obligación de amarnos y él, inevitablemente, también
tiene la obligación de
amarnos a nosotros. La
Pasión del Cristo es un ejemplo evidente del amor de Dios hacia sus
hijos, hacia nosotros. Precioso equilibrio.
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