Hace
unas estradas escribí sobre un libro de economía donde se analizaba
el estado del bienestar y su viabilidad a medio y largo plazo. Lo que
más me gustó de él fue la visión del británico Keynes, que
durante unas décadas recibió el apoyo de otros expertos en economía
de su momento histórico y, gracias al apoyo recibido, se desarrolló
la idea del estado del bienestar.
El
libro en cuestión posee un título interrogativo:
Oscar
Vara Crespo ¿Es sostenible el estado del bienestar?
RBA, 2016
Desde
mi visión de los acontecimientos del pasado, y siendo un ignorante
en este asunto y en todos los asuntos en general, pues los años me
van haciendo mas humilde y, paralelamente, pedante, necesito expresar
las siguientes consideraciones.
El
estado del bienestar Keysiano resolvió , a mi entender, la
competencia con los estados socialistas , y/o comunistas, de la
posguerra ofreciendo protección estatal a la población desde cierto
endeudamiento de los estados democráticos o capitalistas. Una vez
terminada la competencia con “el comunismo” , y la reconstrucción
post-bélica, surgió curiosamente lo que llamaron “la tercera vía”
que no fue más que una perdida de derechos adquiridos por los
ciudadanos y un incremento de los deberes, para acercar posturas
ideológicas más o menos conservadoras en la búsqueda del aparente
consenso (en el caso británico acercar posturas entre laboristas y
liberales).
En
resumidas cuentas esta “tercera vía” fue una pérdida del estado
de bienestar de Keynes . Desde su fin el ciudadano ha ido ganando
grados de esclavitud o servicio , o ha ido perdiendo derechos
adquiridos. Esta tercera vía reconocía y reconoce, por ejemplo, que
el desempleo procede de las deficiencias en la preparación del
desempleado. Por simple deducción: Desde la” tercera vía” la
situación de desempleo es responsabilidad del ciudadano desempleado,
y no de un sistema inmerso en la codicia y, evidentemente, en la
avaricia de los que tienen mucho y quieren más sin límites.
En
un mundo donde se fomenta el egoísmo más voraz, inmerso en ideas
como el oportunismo y, en cierta forma y manera, en la competencia
atroz o absurda, que también sirve... En un mundo así, el estado
debe ser el protector de sus ciudadanos y , a continuación , el
protector de los ciudadanos del mundo.
La
globalización ha traído , como no podía ser de otra manera,
competencias imposibles que están pagando los débiles.
Evidentemente, es el estado del bienestar el que debe proteger a los
débiles, pues los fuertes se protegen muy bien solos. Las
democracias deben proteger a sus poblaciones respetando a las otras,
pero valorando los intereses generales de la mayoría de su población ,y no el de unas minorías como realmente sucede. Demasiados imperios.
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