Hace
unas semanas me crucé en el barrio de Amate (Sevilla) con un
jubilado que tenía un bar en el Cerro del Águila y que ahora
participa activamente en varias plataformas ciudadanas . Nos
preguntamos por la salud y dedicamos nuestra pequeña conversación a
la circunstancias socio-económicas actuales y al papel que podían
jugar los jubilados dentro de este capitalismo insolidario vestido de
democracia aparente. Ambos teníamos claro que los gobernantes,
elegidos en las urnas, no están haciendo mucho por defender los
intereses de la mayoría de la población. También conjeturamos que
un enfrentamiento bélico, o parecido, supondría un empeoramiento
horrible de la situación de los desfavorecidos. No ha lugar para la
guerra o semejante. No habrá lugar. La clave está en ser seguidos,
en insistir, en ser constantes en las reivindicaciones y
manifestaciones. Es la opción más constructiva pese a la desidia
razonable de muchos desfavorecidos.
También
conjeturamos que dentro de esa población indignada eran los
jubilados los que podían jugar un papel más clave para cambiar las
cosas , pues bien sienten y saben que están perdiendo poder
adquisitivo año tras año, lentamente. Encima, desde el gobierno
insisten en el ahorro, o en planes de pensiones, para muchos jóvenes
que actualmente tienen trabajo precario. Las entidades financieras
no son la solución pues pueden quebrar con más facilidad que los
estados. La solución es que los estados hagan lo que tienen que
hacer. La solución es que los estados defiendan los intereses de los
más necesitados que, curiosamente, constituyen la mayoría de la
población. Quizás sea el momento de un banco estatal, o como se
diga en el mundo de los economistas. La honradez representativa debe
comenzar a funcionar, y no el paripé reinante.
Este
entorno, fuera parte del posible oportunismo de los partidos vigentes
de la oposición, apoya a los abuelos y sus reivindicaciones. Saludos desde aquí.
Para
terminar solo quiero añadir que el IPC que se publica siempre está
maquillado. Se trata de un procedimiento habitual que tiene sus
ventajas para el estatus quo, y para la estabilidad financiera de los estados endeudados.