Esta
misma tarde he sido abordado por un comercial pesado, por no decir
acosador. En este caso, que no es el único que he padecido, el señor
de marras se ha empeñado en venderme verduras o papas si o sí. Su
actitud obstinada me ha recordado procedimientos bien parecidos de
compañías telefónicas e, incluso, eléctricas. Ha sido,
sinceramente, un momento incómodo. Estas situaciones vividas , donde
la situación de hoy ha catalizado esta entrada, alimentan estas
palabras de hoy.
Reconozco
que mis sentimientos no han sido muy diferentes durante el trato
directo con el pesado de turno, ni durante el trato telefónico con
otros pesados del pasado reciente. Tengo que expresar que el acoso de
las compañías surge de vez en cuando, y no comprendo muy bien
porqué estas corporaciones permiten este tratamiento intensivo en
que el operador, según me han contado, en ocasiones no puede colgar.
Salvo
que sea la competencia para desacreditar, no sé muy quién forma a
estos teleoperadores cansinos con estas estrategias tan toxicas, con
estas estrategias tan mal educadas. No lo entiendo. Para más inri
suelen llamar en horarios incómodos , como la hora de comer.
Bien
es verdad que antes y después de esa hora la gente trabaja y tiene
la escusa perfecta para no atender al pesado teleoperador. Lo
entiendo. Vale. Pero creo que hoy en día existen otros
procedimientos comerciales menos invasivos. En mi caso cada vez hablo
menos por teléfono. Los servicios de mensajería instantánea ya me
permiten saber lo sucinto de mis colegas y amigos y, paralelamente,
recibir publicidad sobre artículos a mi medida. Facebook y Google
lo hacen muy bien.
Evidentemente,
después de toda esta cantinela de hoy, existe la posibilidad de que
este sistema les de rentables resultados económicos y haya
estadísticas que recomienden ,o justifiquen, la pesantez argumental
con más o menos florituras verbales. Está claro que no conozco las
cifras que generan estas estrategias, pero ello no quita que siga
pensando que las suyas son actitudes psicopáticas de carácter
comercial.
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A
uno de los comerciales telefónicos tuve que colgarle. No había
forma de que entendiese mi no. Me disgustó colgarle sin un saludo,
quizás jueguen también con la educación del interlocutor que no
quiere colgar por educación y sin despedirse. La cosa es que
flipaba, flipo y fliparé con tanta falta de empatía , con tanta
psicopatía acosadora.
Posdata: reconozco que en algún momento de mi vida he sido pesado con alguien pero normalmente no he sido así, solo circunstancialmente. No comprendo esta pesantez comercial corporativa cuando la padezco. Ignoro si se dan cuenta de que les causa más perjuicios a medio plazo que otra cosa, siquiera a mi entender. Están siendo demasiado agresivos.