Cuato
tenía ganas de ser el mejor entre los mejores. Estaba cansado de ser
un fracasado, un perdedor, un miserable. Desde muy joven tomó la
decisión de construirse a sí mismo, de hacerse grande, de hacerse
importante, de tener reconocimiento. Torcuato , o Cuato para los
amigos, se especializó en la mentira acompañada, que no era más
que la mentira consentida por sus amigos, conocidos, proveedores , y
contratados. Su capacidad de mentir, su vanidad, su argumentario
preparado, y ética inexistente en la mayoría de los aspectos de
su vida, le habían llevando hacia la cumbre. Sabia a ciencia cierta
que no había otra manera de ascender en el mundo de los negocios y
del dinero. El sistema reclamaba gente así.
Sumado
a todo esto tenía la cualidad de parecer un buen pagador, pero solo
pagaba gangas. También parecía un buen vendedor, pero vendía
carísimo. Su falta de escrúpulos generalizados le fueron llenando las arcas. A todo esto, con el tiempo, adjuntó currículum como
político con verbo oscuro y tentador. El trabajo esclavo de muchos
de sus trabajadores locales, en primera instancia, y globales cuando
fue grande, le daba igual. Lo importante, lo absolutamente
importante, era el beneficio, y para más inri el máximo beneficio.
Era
un ganador, y las trampas y los embustes inteligentes eran sus
herramientas. Desde su atalaya egoica vislumbraba sus piezas del
tablero. Tenía claro, pero muy claro, que era un triunfador , que su
forma de pensar era indiscutible, absolutamente indiscutible. La
evidencia de su riqueza dejaba todo claro. A partir de cierto momento
de su éxito fue capaz de presentar una imagen pública de buenazo,
pero era una mentira pues solo tenía razones egoístas, antes que
razones generosas. Sabía de la necesidad de tener una imagen pública
impresionante y grande. Estaba haciendo sus deberes y, para él, su comportamiento como poderoso era
tremendamente lógico.
El
problema llegó cuando comenzó a buscar la vida eterna para saltarse
el ciclo vital. Buscó, buscó y requetebuscó. Al final localizó a
un dios oscuro que no tenia nada que ver con Dar Weider. Hizo un
pacto y se convirtió en Dios...
Ahora mismo han recogido su cadáver.