Las diferentes ideas sencillas y
complejas, religiosas, filosóficas e, incluso, científicas, surgen de cualquier
orden académico o no académico, y tienen una semilla. Una semilla desde la que pueden
crecer nuevas ideas, y cuyo proceso, bien seguido, es infinito. Y expreso bien
seguido ante el riesgo de que algunas ideas “chungas” nos lleven a la autodestrucción,
momento en que se terminaron las ideas homínidas y sus cascadas secuenciales.
Es de perogrullo, aunque no lo
parezca, que cualquier sistema social de homínidos, que quiera desarrollarse en
el espacio-tiempo de las cosas, debe cuidar las ideas que percibe como sistema.
Ante esa percepción tiene que elegir las que le gustan y, desde ese mismo lugar
de aprendizaje y perfeccionamiento, debe desarrollar sus propias ideas como
sistema social complejo. También es de perogrullo que esas
ideas deben ser de caracter constructivo aunque, inevitablemente, algunas no
cumplan ese requisito.
En consecuencia a lo argumentado
hasta el momento, que no es algo nuevo ni lo pretende, se hacen necesarios
sistemas constructivistas antes que segregacionistas, esclusivistas, o
esclavistas, más o menos sofisticados.
En el tiempo histórico-homínido los
sitemas han metido la pata muchas veces con ideas tóxicas o destructivas para
cualesquiera homínidos. Y, desgraciadamente, siguen metiendo la pata
constantemente con ideas inapropiadas o peligrosas para el sistema en sí, junto
a sus miembros próximos y lejanos. Estupidez palpable e, incluso, evidente.
En un sistema de libre
pensamiento, como en el que he vivido y vivo en este momento histórico, debería
permitirse la libre circulación de ideas constructivas, pero no sucede así.
¿Por qué? Porque básicamente pensar o filosofar requiere replantearse el
sistema continuamente, y lo que no es el sistema. ¡Hasta requiere replantearse
la forma de vida de vez en cuando!
Cuando un sistema imperfecto no
se replantea a sí mismo en el tiempo se convierte en dogmático. Y los dogmas,
contra los que no tengo nada en contra sí son dogmas amantes de la paz,
construyen un orden limitado y sesgado de la realidad. No son perversos en sí
mismos , no se trata de eso, pero son bastante lógicos, estructurados, y limitados
en ideas. Evidentemente, no puedo negar que los dogmas tienen mucho sentido
humano y homínido. Se parecen, en cierta forma y manera, a los prejuicios que nos
protegen socialmente pero no son suficientes para la felicidad de los miembros de la sociedad.
Digamos que los dogmas son necesarios, y homínidamente muy lógicos, pero son insuficientes para mejorar cualquier sistema social y ético que se preste como mejorable en el espacio tiempo de las ideas.
Continuará
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