Escarnio Cantimplora se acercó a la terraza de su adosado
normalizado, buscó su silla de meditación y su manta, y se posicionó mirando
hacia el sur. Como cada mañana, hizo lo mismo que la mañana anterior.
Necesitaba su rutina diaria para no perder los nervios, la cabeza, o la tensión
sanguínea. Después de varias decenas de respiraciones completas y profundas,
inició su oración más querida. Su oración más amada. Su oración preferida. Comenzó
así, como todos los días:
Querido ente creador de todos y todo, no permitas que haya
distinciones entre los hombres. Evita que haya clases, categorías, castas y
cosas parecidas. Demuestra a todos los hombres que no es necesario subir de
clase, ni subir a ningún sitio social. Ten piedad de todos nosotros. A los egoístas,
y a los ansiosos con poder, que les entre "piquina". Algo pequeño, algo inocuo,
que los delate ante nosotros, ante los demás. No se trata de causarles mal,
sino de evitar que ellos lo causen de forma directa o indirecta en lo demás, en
esos que ellos consideran inferiores. Dinos quiénes son esos perversos que solo
quieren distinción, clase o casta. Que se sepa, querido ente creador. ¡Que se
sepa! No dejes que haya pobres en el mundo. Permítenos a todos llevar una vida
digna en que podamos ser lo que llevamos dentro y lo que llevamos fuera. Es un
sinsentido el mundo que tenemos. Demuestra, por favor, que no hay entes
superiores a otros. Los arcontes, y sus
secuaces, deben perder su valía. Que con el poder se enajenan. No permitas que
caigamos en la tentación de ser más que otros, déjanos ser nosotros mismos.
Deja que desarrollemos nuestro potencial interior. Querido señor. Ente,
creador. Haz que el mundo funcione como una máquina maravillosa. No permitas tantos
despropósitos en todas las direcciones dimensionales. Todo esto te pido de la
manera más humilde y diaria. A los amantes del mal ajeno, directo o indirecto,
no les dejes ejercer su poder. ¡Páralos! Sé un ente justo más allá del libre albedrío.
Gracias señor.
Y terminando su oración se puso de rodillas y realizó varias
mantralizaciones budistas. Se abrazó a sí mismo, porqué estaba físicamente
solo, y continuó sus tareas diarias. Escarnio era así de claro y no podía
evitarlo. Necesitaba un Dios más interventor.
Esta oración relatada no pretende ofender, solo pretende sugerir un Dios más interventor ante la injusticia, ante las injusticias...Que son muchas en el tiempo y en el espacio de los acontecimientos del hombre. Un saludo.
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