Dentro
de poco voy a cumplir las cincuenta años. La vida se me ha pasado
con rapidez y me obliga, una vez más, a razonar, filosofar y
reflexionar sobre ella y su sentido. Todo, evidentemente, desde mi
perspectiva. Desde una visión de las cosas que no es mejor ni peor que
otra. Una visión de las cosas que, sencillamente, es.
Es
evidente que viendo el percal de la vida, dogmatizada como en otros
momentos de la historia de los humanos aunque nos parezca que somos
distintos a los homínidos del pasado, aunque nos creamos más
libres. Todo es una falacia. No participamos del libre albedrío, o
del libre pensamiento, porque nos guía algún dogma que dificulta el
diálogo, la conversación entre seres distintos que tienen
necesidades bien parecidas. Todo resulta demasiado sutil. El dogma,
los dogmas, están en la sangre, por todas partes. Solo podemos
elegir al que atarnos, y en ocasiones ni eso.
En
muchos sentidos vivimos una gran mentira. Lo siento. Estamos
supeditados a diferentes dogmas, más o menos claros e , incluso
sutiles, que monopolizan lineas de pensamiento aparentemente sólidas.
Si no participas de la corriente dogmática que sea , te conviertes
en un marginado. Y ese evento de marginación no impide que puedas
participar de otras corrientes menos numerosas. Son las cosas del
pensamiento compartido, del pensamiento con guía.
¿Supone esto
último qué me considero un marginado, qué soy un marginado?
Pues
no sé si lo soy, pero sí sé que me siento así. Percibo desde hace
años que hay un dogma vigente , y dominante, que es un ente
monstruoso. Es un dogma que dicta implacable:
-
Todo tiene un precio.
Es
un ente monstruoso por su parcialidad que provoca estas palabras de
hoy. Un hoy en que solo pretendo justificar mi tiempo de reflexión,
tal como he hecho en otras ocasiones dentro de este entorno gris que
antes era amarillo. Pienso porque puedo permitírmelo. Lo siento.
También
me entristece que mis congéneres se estén llevando por la
irreflexión, por la impaciencia, por el egoísmo, por la ignorancia,
por el oportunismo vil, e, incluso, por el oportunismo sutil , que es
peor, que pasa más desapercibido. Todas estas vilezas no suponen
que un servidor ,o cualquiera de ustedes ,esté exento de barbaridad.
¡Ojo! Para compensar tanta vileza codiciosa y egoísta se hace
necesario que haya vidas enfocadas hacia la solidaridad, hacia el
bien común, hacia los otros amigos o enemigos (si, estos también
necesitan ayuda).

Es
urgente, muy urgente, pensar y actuar por el bien ajeno olvidándose
, al máximo posible, de los propios intereses. Solo la abundancia de
buenas personas de facto, mantendrá un mundo menos tóxico. Si
todas las personas fuesen egoístas, o bichos como digo en ocasiones,
este mundo sería mucho más incomible, mucho más cruel. Agradezco
el ofrecimiento , dedicación , y tiempo hacia los otros, de todas las
buenas personas que haya habido en el espacio tiempo de los hombres.
Gracias por vuestra generosidad pasada. Aplaudo a todos los
voluntarios de hoy, a los misioneros, a los implicados en la ayuda a
los otros sin pensar en el lucro personal , o en el propio beneficio.
¡Hay
que ser buenos, pero no tontos!
Y,
cuidado, que hay personas tóxicas que se creen buenas y, también,
hay personas buenas que se creen tóxicas. ¡Ojo! El auto-engaño
humanoide ,u homínido,solo es revisable mediante buenos actos y
buenos gestos diarios. Se trata de un camino difícil y necesario.
Sed buenos de facto, por favor. Y no confundáis la gimnasia con la
magnesia, o con el autobombo.
Suerte.
Posdata:
Por favor, haced un mundo más habitable mediante buenos actos diarios hacia
los otros, hacia los conocidos y, también, hacia los desconocidos.
No será fácil, pero será bonito.