Esta misma tarde, a
través de la mensajería instantánea, un amigo me ha comunicado que
el pasado día 20 falleció su hija con dieciocho años de edad.
Tengo que reconocer que me ha dejado roto y desde ese dolor, distante
pero real, surge esta entrada de hoy.
Lo siento profundamente
por mi ex-compañero de trabajo y amigo. A su hija se la llevó el cáncer
después de dos años. Siento dolor desde aquí. Un dolor que voy a
pasar a la red tras la turbulencia emocional que ha generado en mí.
Cuando alguien próximo ha fallecido me duele, pero cuando ese próximo
era joven me duele más. Cosas de la intensidad del dolor.
Conocí a los hijos de mi
compañero paseando por el parque cuyas aguas dan al rio Guadaira.
Grabamos vídeos para divertirnos durante el paseo. Eran tiempos de
paro y familia. Desde entonces él ha estado trabajando a temporadas y es un
emprendedor nato. Puede definirse como un amante de la formación
permanente de las personas y su gestión, además de un consumerista
ejemplar. Como dice otro excompañero : Es un crack.
Empiezo en brevedad y
dolor lejano. Un dolor que espero que nunca me acompañe muy cerca.
Pero el destino establecerá los dolores que me correspondan.
Pienso en ella, paseando
silenciosa y gótica por el parque junto a su hermano y padre un día
precioso, y no puedo dejar de llorar. Mi incomprensión del mundo de
los hombres me sepulta. Nos pasamos la vida ocupados, sin recapacitar
sobre lo realmente importarte. Y lo importante es vivir y dejar
vivir. Respirar y dejar respirar. Comer y dejar comer. Beber y dejar
beber. Centrarse en conocerse a uno mismo y a los demás en un
entorno de amor. Algo muy sencillo que parece un imposible pues
muchas personas están muy ocupadas trabajando de sol a sol,
discutiendo por el color de una habitación, anulando relaciones por
una hectárea, dejándose dominar por la envidia y el celo,
agarrándose con fuerza a la avaricia y su amiga llamada codicia,
compitiendo por todo, reptando por un laudo, en lugar de buscar la
realización personal en las tareas desempeñadas.
Me causa mucho dolor
tanto absurdo y complicación. No dejo de recordar a Chicho Ibáñez,
el un, dos, tres, y a los sufridores. Siento intensamente que somos
sufridores del absurdo, y estoy cansado de tanto absurdo.
Deberíamos centrarnos en
ser y andar el camino de la vida conviviendo y respetando, en lugar
de dejándonos llevar por lo peor que hay en nosotros.
Lo siento. Lo siento por
la hija de mi amigo, por su hermano, y por mi amigo. Un abrazo
absurdo desde aquí. Absurdo porqué la vida que siento y vivo lo es.
No puedo controlar el universo y este parece amar demasiado el caos,
aunque creo que para el universo el orden y el caos son las partes
amplias de una moneda. El universo es. Si la vida se mueve en el filo
de la navaja situada entre orden y caos, o en el canto de esa moneda,
hagamos que aquello que defiende la vida propia y ajena sea la
prioridad número uno. Seamos con los otros, y punto. No le demos
demasiada importancia al decorado del absurdo. Estoy cansado de tantas
sombras en la caverna de las almas.
Gran entrada, tocayo. Un abrazo, y descanse en paz.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo con Alberto, es una gran entrada. Con la muerte de una criatura no puedo. Nada tiene sentido.
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