Con demasiada frecuencia uno mira
su pasado, su presente, y su presumible futuro, y durante ese proceso uno
analiza el mundo en que uno vive. Evidentemente, el mundo en que uno vive, el
mundo en que yo vivo, no me gusta un pelo. Es cierto que desde el tiempo de mis
abuelos el mundo ha mejorado en algunos sentidos pero, a su vez, parece que se
dirige hacia el mismo lugar que antes, hacia un lugar muy anciano, hacia un
lugar de siervos e, incluso, de esclavos.
Reflexionando en torno al vídeo cuyo
título es: La Revolución del Hidrógeno, que subí en la entrada anterior a esta,
es muy cierto, y más extrapolable aún de lo que relata uno de los entrevistados
del vídeo (*), que la democracia y el sistema capitalista marchan por lugares
distintos, lugares antagonistas, sencillamente: marchan por direcciones anti
paralelas.
La democracia, donde se supone
que la soberanía recae sobre el pueblo y se supone que los representantes
defienden a ese pueblo soberano, se enfrenta a las élites del capital,
dictadores a fin de cuentas y por definición de éxito. Dictadores que deben
defender sus intereses sobre todas las cosas,
además de defender el dogma irrefutable del máximo beneficio a cualquier
precio e, incluso, hasta por encima de las vidas de las personas. Maquiavelo.
Pues la connivencia irremediable
entre la élite del capital y los representantes democráticos que desean ese
capital como expresión de su éxito social y su poder, llevan a esos representantes hacia el elitismo económico,
hacia la defensa de los intereses económicos de la élite, antes que hacia la
defensa de los intereses del pueblo representado. Todo es cuestión evidentes hipocresías.
Sin pretender ser pedante
entiendo que este sistema socioeconómico que tenemos, desde la
desindustrialización, la deslocalización, y desde la automatización de los procesos
industriales (de momento, pues cuando lleguen los robots –AI- ya veremos), nos
lleva al caos. Apesta a eso, si nada
cambia, si todo sigue igual.
Siempre fui un optimista, pero
hoy no. Hoy no veo una auténtica luz al final de túnel de la estúpida sociedad
en que vivo, dado que el egoísmo es alabado junto al engaño y la mentira. Autentica demostración de
estupidez como especie. El darwinismo social ,que hay detrás de esta filosofía económica, es una expresión de auténtica estupidez.
El sistema social debe ir paralelo al sistema económico. Deben dejarse las libertades de acción de las
personas y corporaciones, pero también deben penalizarse las acciones punibles
como el monopolio, el control anti-ético
de mercados, y el control del flujo del dinero. Y es muy punible que las
corporaciones solo piensen es su dogma: ganar más y más dinero, o recursos, a
cualquier precio directo o indirecto (invisible)…
Respeto al control del flujo del
dinero. Este origen del dinero no debería ser controlado por nadie de forma sistémica. Debería generarse , entre otros procedimientos, como consecuencia del trabajo que un ciudadano realiza a otro ciudadano
(evidentemente un trabajo real antes que inventado –ojo-). Debería generarse como
consecuencia del servicio que un ente (empresa o persona) da a otro ente (empresa o persona). Las
empresas seguirían existiendo. No se trata de destruir, si no de construir algo
nuevo.
El trabajo entre homínidos, como
tal, debe poder generar dinero para intercambiar bienes y servicios, y no estoy
diciendo nada nuevo. Escribo de un dinero que surge de las personas,
evidentemente, sin engaños o triquiñuelas, además de surgir de otros entes como
los bancos que seguirían existiendo con menos control del flujo. Seguirían existiendo para , por ejemplo, el ahorro (aunque el que escribe esto no conozca bien el concepto), pero no para el crédito.
Ejemplo sencillo: Una vecina sin
recursos tiene la TDT estropeada. La TDT se considera un bien necesario (en
este ejemplo). Vamos a comprarla al hipermercado, la señora paga su TDT con
dinero social, y cuando le instalo la
TDT en su casa me paga con dinero social y a precio de mercado. Ese dinero
social ,que tiene la señora ,surge de sus necesidades personales y básicas, y/o de servicios prestados a otros ciudadanos
o ciudadanas que han pagado con dinero social. Entiendo que la idea del dinero social no es nada nueva.
Si no somos capaces, a corto
plazo, de establecer un sistema socioeconómico justo, estaremos destinados al
sufrimiento de muchos para la salvaguarda de unos pocos. Estaremos destinados a
la estúpida esclavitud junto a otras regresiones. Ustedes sabréis. Yo intento
ser generoso sin ser tonto y eso me resulta muy difícil, pues cuando soy generoso
me siento tonto y cuando no soy generoso, porque cuido mi interés, me siento
culpable. En resumen, soy un auténtico animal.
(*) El señor del video viene a
decir que los sistemas democráticos, y la élite que gestiona los hidrocarburos,
son dos entes contradictorios en sus objetivos. Al respecto de esa
confrontación entre los dos entes, el documental expresa la paradoja de los ciudadanos
nigerianos que, siendo ciudadanos de un país exportador de petróleo, tienen
problemas de suministro. Absurdo, pero real.