Gustavo ya tenía una
edad y después de sus últimas experiencias había perdido eso que
llaman salud mental. Pobrecito. Había sido un hombre equilibrado
hasta que desarrolló la maldita hipersensibilidad que le había
llevado hacia el caos mental que padecía en estos momentos de su
vida. Ya le habían diagnosticado como esquizofrénico.
Después de la
hipersensibilidad, y antes de la esquizofrenia diagnosticada, buscó
ayuda médica en distintos lugares y filosofías sin resultados
aparentes. Contactó con médicos y médicas naturalistas,
acupuntores, tradicionales y muchos más. Probó productos de
farmacias, parafarmacias, y herboristerías
para nada. Siguió igual hasta perder la salud mental, y mantener la
maldita hipersensibilidad. Dado su penoso problema comenzó a no
tocar nada. Pero nada de nada.
El otro día lo vi
en el treinta y dos buscando el equilibrio sobre suelo del bus con
unos guantes puestos. Iba buscando el equilibrio para no agarrarse a
nada ni a nadie. Bajaba todo lo posible su centro de gravedad
mientras decía a múltiples personas:
- ¡A mí no me toques!
¡A mí no me toques!
Rumores del barrio
cuentan que el origen de este problema surgió tras romper con su
novia Alejandra. Una novia que apareció en el barrio meses antes de
su hipersensibilidad, y desapareció del barrio semanas después de
romper su relación con Gustavo.
Las malas lenguas dicen que ella era la diosa Afrodita disfrazada de humana. Cuentan que lo
encantó con sus masajes y caricias, con su tacto, para llevarle a la
locura. Cosas de la imaginación popular.
La buenas lenguas relatan que como Gustavo es capaz de sentir todo lo que sienten los otros al tocarlos,
independientemente de su sexo. Como es capaz de captar sus temores
reprimidos, oler sus miedos antiguos, intuir sus preocupaciones más
profundas, incluso reprimidas, ver sus horribles terrores. Gustavo,
según estas buenas lenguas, no ha podido soportar tanto sufrimiento
inconsciente, tanto infierno. Y por todo eso , incluso por todo esto, ha perdido el norte, el
sur, el este y el oeste.
Posdata:
este texto no pretende ofender a los enfermos mentales que mantienen
cierto equilibrio, o están en tratamiento. Se apoya, sencillamente,
en una anécdota del autobús. El señor de
marras tenía más de sesenta y cinco años, hablaba mucho, iba
descuidado, y estaba muy nervioso. Duró pocas paradas en el bus, y
no fue peligroso en ningún momento, aunque llamó mucho mi atención.
"Contactó con médicos y médicas naturalistas, acupultores, tradicionales y muchos más."
ResponderEliminarLa acupultura es la variante tirolinense de la acupuntura tradicional. En este caso el terapeuta no utiliza agujas para pinchar, sino una navaja si no le das el reloj y la cartera.
En cambio, al apipuntura es cuando te hacen el tratamiento las abejas tras intentar mangarle miel del panal.
Eliminar" este texto no pretende ofender a los enfermos mentales que mantienen cierto equilibrio, o están en tratamiento"
ResponderEliminarLos demás, que se jodan
"ha perdido el norte, el sur, el este y el oeste."
ResponderEliminarVamos, lo que le pasó a Hitler.
O a Casillas.
Eliminar"El señor de marras tenía más de sesenta y cinco años, hablaba mucho, iba descuidado, y estaba muy nervioso"
ResponderEliminarDónde he visto yo a alguien así, dónde...¿?
"desapareció del barrio semanas después de romper su relación con Gustavo."
ResponderEliminarSe refiere a Barrio Sésamo y a la rana Gustavo.
" Pero nada de nada."
ResponderEliminarCarenado, tras 3 horas sentado en el inodoro. (Si, lo sé, es lo más improbable que se ha escrito en los comentarios jamás)
Por cierto, espero que ya lo use abriendo la tapa.
EliminarNo sé...ya nos costó que dejara de sacar el culo por la ventana.
EliminarNo se confirma que la selección desayunara ayer en Los Lagares
ResponderEliminarVan Gaal amenazó a sus jugadores con un recital de 24 horas de poesía carenada si perdían el partido. Asociaciones pro-derechos humanos han denunciado estas prácticas inhumanas, bla, bla, bla...
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