Magno había tenido claro
desde joven que los demás, cualesquiera que fuesen, eran albóndigas
a su lado, aunque nunca lo había demostrado externamente. En su fuero
interno, oculto con astucia e inteligencia, sabía lo de las
albóndigas pero externamente, para no ofender a los "pobrecitos" compuestos por carne picada, era una persona humilde, comunicativa, e
intensamente aguda. Como falso y lobo, sin
ser un "maleante", había aprendido rápido que alimentar el oído
de los otros, o desacreditarlos en caso de debate enfrentado, eran
herramientas de acercamiento al poder. Tenía claro que lo suyo,
inevitablemente, era la política. Bien ejercida, para su propio y
disimulado beneficio, era un instrumento de enriquecimiento y
popularidad que inflaba mucho su gran ego.
Magno, sirviéndose del
poder y de la astucia, conseguiría aparecer en los libros de
historia, conseguiría una gran riqueza , sirviéndose ,
disimuladamente, del poder.
Ahora , hoy, estaba muy ocupado
con la campaña electoral europea. No es que le gustase la política
burocrática europea, pero sí le interesaba ganar posiciones en el
partido para poder presentarse , como candidato, a las próximas
elecciones generales.
Lo curioso de Magno es
que jamás había dudado de que la democracia del siglo XXI era una sutil pantomima
donde el engaño, la mentira, y la manipulación, habían llegado a sus
máximos niveles de complejidad. Sabía que la democracia del
autoservicio era la única posible. Pensar en servir al pueblo, o en
representarlo, era teatro, puro y simple teatro. Magno, sabía desde
niño que la mayoría de los políticos buscaban el beneficio propio,
antes que otra cosa. El poder era, y es, para usar, no para
representar. Los ciudadanos debían permitir con su voto que todo
siguiese igual, debían creer que no había otra alternativa para el
animal-hombre. La supremacía política era, y es, una demostración
de inteligencia, y lo demás, los demás, eran, y son,
carne picada. Los demás eran, y son, albóndigas que
votan. Un gran político debe servirse sutilmente, y dar la imagen de servir a las albóndigas. Es cuestión de
ego y supremacía. Es cuestión de teatro. Y Magno lo sabía, lo
sabe, y lo sabrá. Y mientras, las albóndigas siguen picándose para votar y seguir siendo esclavas. Muchas de ellas solo eligen la salsa.
"Magno había tenido claro desde joven que los demás, cualesquiera que fuesen, eran albóndigas a su lado"
ResponderEliminarA mi me gusta más Veterano, que es cosa de hombres.
Carenado, ¿Estarías dispuesto a asumir las consecuencias de una democracia real y directa?
ResponderEliminarSi me informas de esas consecuencias más allá de la guasa, me lo pensaré.
EliminarNo obstante una democracia debe respetar los Derechos Humanos y la ética natural... Que te veo venir.
Un abrazo.
Chorradas. A ver, votemos democráticamente: ¿Quien vota a favor de que Carenado se ponga un tutú para ir a Los lagares?
EliminarYo voto a favor (ya va uno).
Yo también
ResponderEliminarEstupendo, dos votos contra uno. Ya puedes ir ensayando El Lago de los Cisnes para ir a desayunar. Si flaquea tu fe en la democracia, te ayudaremos a superarlo obligándote a vestirte de bailarina y llevándote de las orejas a Los Lagares.
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