Altés se sentía morir. Lo dolores no
le abandonaban desde hacia tiempo. Eran como los desodorantes de
ciertas marcas del presente (siquiera como dictan los mentirosos
anuncios). Pensaba y temía que su hora se acercaba, que venía por
él el final, su final. En ocasiones le parecía oírlo bramar como
un toro. Temiendo su final, que a todo ser le llega aunque
él no quiera, Altés tomó una decisión. Estaría noche y día
abrazado a su amada Atenea. Deseaba intensamente terminar abrazado a
la diosa del amor. Quizás sería el mejor final posible. Quizás
sería su final. Un final abrazado al amor de su compañera. Un final
abrazado a Atenea.
Usando el subjuntivo de su verbo
existir, decidió comenzar su tarea.
Preparó su cama, llamó a su compañera, y quedo abrazado en el
tiempo... Actualmente su estatua permanece enterrada y solitaria,
pues Atenea se fue de su vera cuando Altés murió. Mantiene una
posición pacífica y calmada. Está debajo de una plaza donde están
los indignados de Sevilla. Está muy hundido en el subsuelo. Mientras
la estatua de Altés tumbado está bajo la plaza de los Indignados,
estos se indignan más aún ante noticias como esta. Ante noticias que están más allá de los injustos desahucios.
El presidente
del CSIC: " Si no llega dinero, esto es un
cataclismo"...agobiado por un déficit que se calcula que llegue
este año a los 102 millones... (El
País. 10 Julio 2013.Portada).
¿Ha
habido miles de millones para los bancos, y no hay cien millones para
la ciencia?
¿No
es la ciencia la llave del futuro?
¿Qué
futuro estimulan los bancos? Ninguno. Absurdo presente e, incluso,
estúpido.
Como
este presente es absurdo... Si Altés volviese a la vida se quedaría
tumbado disfrutando de Atenea para no contemplar un mundo más
absurdo que el suyo. Un mundo más absurdo que
el de los dioses antiguos. Él seguiría petrificado en el tiempo de los
nuevos monstruos. Seguiría siendo, Altés de Piedra.
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