Hace una semana estaba manifestándome entre los indignados y con ellos. Hasta hoy, o sea tarde y mal, no me he animado a subir algunos pequeños videos que grabé con el permiso, y sin el permiso, de los asistentes. Muchos otros grababan y yo también lo hice. Soy un envidioso como el cien por cien de los homínidos, aunque no alcance ese nivel o parámetro de inteligencia (mis problemas de adaptación determinan mi peludo ciclo vital).
Antes de la secuencia de videos cortos y mal grabados comentar que en la manifestación recibí un folleto de “Movimiento ciudadano hacia la república constitucional”.
Desde este entorno tan marginal como el rincón en que mean los ninis, o las ninis, cuando hacen botellona, tengo que defender, como hice en al blog de Francisco Galván al que aprecio y valoro por la solidez de su ira escrita y pacífica, la monarquía constitucional en que hemos decidido vivir desde nuestra última constitución fechada en 1978.
Me gusta tener un Rey en mi Estado, por llamarlo de alguna manera-me refiero al Estado del bienestar-, porque me recuerda permanentemente nuestro origen y nuestra condición. Y eso es algo que no debemos olvidar controlando el gasto que supone la monarquía, como se controlan otros gastos pagados por todos los españoles, o por “casi todos” los españoles (yo soy una rémora).
Los primeros pequeños reyes surgieron para facilitar el intercambio de bienes y servicios entre pueblos. Un rey negociaba con otro rey y el pueblo no importaba porque era su siervo. La existencia de reinos facilitaba mucho el comercio. No debemos olvidar el origen del concepto “Rey gobernador”. Sobre todo cuando replicamos, una y otra vez, los mismos esquemas en todas nuestras organizaciones.
¿Quién legitima decisiones corporativas?
El rey de la empresa, o la reina.
¿Quién legitima las decisiones estatales?
El presidente del gobierno, y sus colaboradores, que es el sustituto democrático de la realeza o, a que negarlo, del poder. Y de poder se trata aunque el presidente actual haya sido vituperado y vapuleado por los medios. En el pasado hubo “reyes” con mala imagen pública, es normal que suceda de nuevo con ropas diferentes.
En mi caso defiendo la Monarquía Constitucional para no olvidar nunca nuestra tendencia a "delegar" en personas, que de ser representantes pasan a ser dioses en la tierra. Es cuestión de respeto a la historia de nuestra condición de “animal social”.
Es cierto que en el pasado el siervo no elegía a su Rey, pero había Rey. Paralelamente me encanta que la monarquía sea un elemento diplomático y de cohesión del estado llamado Español.
¿Qué cuesta mucho la Casa Real?
Pues se reducen los gastos hasta donde se pueda.
Por ejemplo:
Los gastos de la Casa Real solo afectan al Rey y a la Reina…sus descendientes deben ganarse el pan, o intentarlo, como todo hijo de vecino hasta que suban al trono simbólico.
No me parece correcto, como dicen algunos rumores, que el Estado pague la “casita” del príncipe y su esposa. Eso, por ejemplo, ha sido un exceso si ha sido un gasto real...
Con el mantenimiento de una Monarquía Parlamentaria respetaremos nuestra tradición, y siempre sabremos que fuimos siervos de algún rey o reina, conde o condesa, etcétera. Siempre sabremos que seremos siervos, de una manera u otra, de algún nuevo rey o reina. Se llama tendencia al Dominio y es connatural a nuestra especie. Bueno, vale…Es connatural a vuestra especie y es absurdo renunciar a vuestra propia naturaleza social. Sería como engañaros a vosotros mismos. Lo que no deja de ser frecuente en vuestra especie y en la mía.
Un ejemplo:
¿Pensáis realmente que la República Francesa funciona mejor que la Monarquía Constitucional Española?
El presidente de la República Francesa tiene mucho de “sangre Real” y “soberbia Real”. Las multinacionales de su país le apoyan y su ego, que se nota en sus gestos, es gigantesco. Sarkozí es un Dios en la Tierra…
¿Qué importa que haya sido elegido democráticamente?
El es más que el antiguo Rey Sol. El es el Rey y se nota hasta en su preciosa compañera.
¡Auuuuuu!
A veces pienso que el tema “anti-monárquico” está basado en la envidia, y por extensión en la envida de nacimiento. Nacer príncipe, o princesa, toca los huevos a los que no han tenido esa suerte.
¡Quítate tú que me pongo yo!
¡Auuuuuuuu!
Bueno. Aquí están los vídeos con pequeños títulos representativos. Un saludo "chimpancipésco".
¿Ingeniería Social?
El círculo vital de siempre.
La Catedral se manifiesta.
Una canción de cinco millones de escolares.
Utrera está presente.
¿Fin?