Hace
unas semanas visité las aldeas donde nacieron algunos de mis
bisabuelos paternos. Situados en la provincia de Orense, y
administrativamente dependientes del Concello de Rios, me acerqué a
ellos de forma poco protocolaria, o a relativo salto de mata. Solo
quería tomar impresiones de la zona, o husmear un poco. Con la
compañía de mi compañera de camino, a la que agradezco su tiempo ,
paciencia, y atención , me acerqué a Novallo y Pedroso que son
lugares, sinceramente, preciosos.
Esta
entrada surge tras las sensaciones percibidas después de pasear por
sus calles y hablar con sus vecinos temporales, antes que
permanentes.
En
ambos casos se trata de aldeas que han estado perdiendo población
durante décadas, aunque Navallo, al estar más cerca de la A-52,
parece tener viviendas dormitorio y ,en consecuencia, parece mantener su
población actual, aunque también recibe la que viene durante las
vacaciones.
Estas
aldeas gustan llamarse a sí mismas pueblos o pueblecitos. Hasta
aquí todo bien. Genial. Los paisajes , las huertas, las fuentes
comunitarias , y los hornos de pan comunitarios que actualmente son
edificios municipales de eventos o exposiciones, junto a las típicas
casitas de dos plantas, constituyen un entrono idílico, pacífico,
encantador y bonito...
Pero cuando tuve las primeras conversaciones
todo fue oscureciéndose, haciéndose muy gris en mi mente. Lo
siento. Solo la alegría de mi compañera de camino calmaba un poco
mi obturación social y antropológica. Lo siento de nuevo.
Antes
de escribir sobre las serpientes y los bichos exteriores e interiores
que percibí quiero expresar mi agradecimiento hacia la hospitalidad y el buen trato recibido
por los habitantes de ambas aldeas. Gracias por vuestro tiempo y
hospitalidad. Gracias por los refrigerios ofrecidos que no quisimos
tomar.
En
tiempos de mis bisabuelos, e incluso en tiempos posteriores, muchos
gallegos emigraron por necesidad , antes que por placer o desarrollo
personal.
Continuará...
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