La
brisa de la noche, esa que ha estado circulando antes de la invención
de los ventiladores y los aires acondicionados, constituía un elixir
para Filo.
Filo
siempre buscaba tiempo para irse al campo y bañarse en el viento. Lo
buscaba y lo encontraba. Si el aire venía del norte se orientaba
hacia allí, si venía del oeste se orientaba hacia el poniente.
Hasta, ocasionalmente, disfrutaba del templado solano. Realmente, se
comportaba como una veleta sin serlo. Buscaba el fresco para gozar
con él, para disfrutarlo. Hasta llegaba a no depilarse el cuerpo
para sentir más el roce del aire en movimiento. No es que no fuese
femenina, sencillamente tenía otras prioridades.
Cada
noche de verano hacia lo mismo dentro de su espacio-tiempo asignado y
disponible. Bañarse en el viento era gozoso, además de refrescante.
Cuando había tomado su sitio, y el viento se deslizaba por su piel
, ella desconectaba de sus problemas “chuminosos” y diarios,
conseguía descargarlos de sus emociones para desecharlos en la
papelera sin reciclaje de su bien intencionada mente.
Filo
y el viento constituían una dualidad como la de una moneda. Se
complementaban de tal manera que formaban una perturbación armónica
de la pedantería de los objetos y sujetos. Hasta, ocasionalmente,
eran ciencia y metáfora, ideas y datos, fantasía e imaginación,
orden y caos, en perfecto equilibrio metaestable.
Una
acción tan aparentemente parada era algo sumamente importante para
Filo. Y no le servía el
aire de los ventiladores, por muy buenos o potentes que fuesen. No
era lo mismo, en el más perfecto de los absolutos. El aire natural
tenía olor e, incluso, sabor. Tenía hasta nacimiento y muerte.
Si en algún momento cesasen los vientos en su querido municipio, tendrían que inventarlos, o ella mudar su residencia.
"Si en algún momento cesasen los vientos en su querido municipio, tendrían que inventarlos, o ella mudar su residencia."
ResponderEliminarO llamarte a tí y darte un bote de fabada
Recientes estudios científicos constatan que el Mar Muerto estaba vivo cuando Carenado era joven.
ResponderEliminar"Filo y el viento constituían una dualidad como la de una moneda"
ResponderEliminar...o como la tuya con el espray de pimienta
Cuando Carenado va a Matalascañas ponen la bandera roja
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