Esta mañana ha llegado
la Musa del Bosque con un ungüento para aplicar sobre la columna
maldita, pero su llegada ha sido bloqueada
por la puerta principal de la academia. No ha podido entrar en el
centro porque la puerta, curiosamente, estaba cerrada. Estaba muy
cerrada. Cuando la circunstancia ha llegado a la vista y oídos
de alumnos y profesores, encerrados sin deseo, se han propuesto
varias soluciones de apertura o escape pues, sinceramente, a nadie le
gustaba sentirse encerrado y , menos aun,
estar encerrado. En primera instancia se ha buscado a alguien
externo que tuviese la llave, pero cuando la primera persona externa
ha llegado a la cerradura, esta estaba tan magnetizada , o
electrizada -para al caso da igual-, que nadie ha podido introducir
la llave en su hueco. Era ,literalmente ,un imposible categórico. Ha
habido gritos, aspavientos e indignaciones contra la puerta,
cerradura y llaves (incluyendo a un cerrajero de La Gran Plaza).
Rabias y esfuerzos no han servido para nada. En absoluto.
Al final, antes de llamar
a los bomberos, hemos llamado a un Troll amigo, un compañero de otro
curso que mide más de dos metros y pesa muchas arrobas. Él ha sido
, mediante su inercia con breve carrera, el ejecutor de nuestro
escape. Con un simple movimiento de decenas de mili-segundos,
y previo aviso a los que estaban al otro
lado de la puerta, ha arrancado una de las hojas de su sitio. Los
bomberos, cobrando, habrían hecho lo
mismo, y el compañero ha sido gratis.
Por la tarde , hace un
rato, hemos descubierto , gracias a mi Musa del Bosque, que se
trataba, sencillamente, de magia Sevillana. Se trataba de la magia de
los duendes de Sevilla. Unos duendes que
reclaman su sitio cerca del río. Unos duendes que
piden su sitio. Ese sitio perdido entre tanto coche y tanta
tecnología. La ribera del Guadalquivir siempre fue de los Duendes.
Ellos estaban aquí antes que el hombre, con su pretendido dominio e
inteligencia. Mi
Musa del Bosque sabe todo eso, y creo que estoy bajo su influencia.
De hecho me he acercado a ella para declararle mi amor y, diligente y
educada, me ha rociado con spray de pimienta (después de decirme: NO, varias veces). Aún estoy rascándome y pensando,
sinceramente, en mi sino.
Por
cierto, no se os olvide respetar los deseos de los Duendes de
Sevilla. Escuchadlos cuando necesiten ser escuchados, pues dan sus
indicios. En mi piquiña, tras ser rociado con diligencia, mi Musa
ha dicho que, para pacificar a los duendes, se van a colocar
maceteros con flores rosas por toda la Avenida Marques de Pickman.
Será un espectáculo precioso. Será un espectáculo Rosa.
Posdata:
Una
musa supone, para un escritor patatero como yo, la excusa perfecta
para realizar relatos,o para justificarlos.
Nunca, jamás, pretendo ofender a nadie, más bien todo lo contrario.
Gracias por estar aquí.
Venga, Carenado, que todos sabemos que no es una columna, sino que te alegras de ver a la musa esa. Y encima lo del ungüento.
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